Entrevista con Roxanne Mitralias
16/04/2013
http://www.contretemps.eu/interviews/aust%C3%A9rit%C3%A9-destruction-nature-lexemple-grec-entretien-roxanne-mitralias
Traducción: VIENTO SUR
http://vientosur.info/spip.php?article7938
Roxanne Mitralias milita en temas
agrícolas y ecológicos en SYRIZA, el CADTM y el Frente de Izquierda.
Socióloga rural y de ciencias de formación, trabaja junto a los
movimientos campesinos en Francia. Habla para la revista Contretemps
sobre la situación en Grecia y, en particular, sobre los efectos
destructivos de las políticas de austeridad para el medio ambiente.
Contretemps. ¿Cuál es la situación actual en Grecia?
Ya hace casi tres años que Grecia se ha convertido en el laboratorio
de políticas de austeridad con una amplitud sin precedentes en el Norte.
Se aplican recetas que antes, en tiempos del FMI, se denominaban
“planes de ajuste estructural” y que ahora, con la Troika, se llaman
“planes de rescate”.
Laboratorio también, y sobre todo, para poner a prueba a la población, para evaluar hasta dónde es posible ir sin que se rebele. A pesar de dos decenas de huelgas generales en tres años y de más de cinco mil manifestaciones y huelgas en 2012, ocupaciones y amplios movimientos de desobediencia civil, hoy podemos decir que es posible ir muy lejos, mucho más allá de lo que era posible imaginar. En términos de derechos sociales, la situación es relativamente conocida. Cada trabajador o trabajadora de Grecia ha perdido, como media, el 40% de su salario. Al mismo tiempo, debe hacer frente al aumento del coste de la vida (ligado al aumento de la presión fiscal, pero también a la dependencia de las importaciones y de algunos cártels -como el de la leche, una de las más caras de Europa-) y también a impuestos especiales, calificados desde hace tres años como “extraordinarios”. En muchos casos, esa misma población trabajadora ha perdido su trabajo y, poco más tarde, el subsidio de desempleo y la cobertura sanitaria. Entonces, puede acabar en la calle o emigrar; a veces, se ve empujado al suicidio. Desde luego, todavía hay gente en Grecia que pueden arreglárselas: pueden contar con sus ahorros –vestigios del crecimiento de los años 1990–, con los apartamentos que adquirieron durante el enorme éxodo rural de los años 1960 –ahora vacíos de inquilinos– o simplemente con la familia –lazo invisible que une la ciudad con el campo y permite todavía alimentarse. Pero hay algo de lo que se habla poco en los medios de comunicación europeos. En ese famoso laboratorio también se llevan a cabo otro tipo de experiencias. En parelelo a la destrucción social, el gobierno de la Troika ha adoptado sus disposiciones para explotar los recursos naturales. Evidentemente, lo hace por los medios clásicos: esto es, la disminución de los fondos destinados a la protección y la gestión del medio ambiente. Y también poniendo en cuestión las disposiciones legislativas y reglamentarias que, mal que bien, cerraban el paso a la sobreexplotación de los recursos naturales. Llega a cuestionar la Constitución griega, que impedía (entre otros artículos, en el 24) la explotación privada del litoral y de los espacios forestales; el Memorándum 2, votado en la primavera de 2012, concede esta posibilidad de aquí en adelante. Las playas, por ejemplo, se pueden ceder por 50 años. Estamos asistiendo ya, o lo haremos muy pronto, a una ola de privatizaciones, de concesiones, de ventas y, en general, de acaparamiento sin precedentes de recursos mineros, de tierras, de litoral, de mar, de bosques, de islas, de fuentes termales y grutas, de monumentos arqueológicos y de puertos, o de la gestión de los residuos y del agua. Como ejemplo, a finales de enero de 2013, la Acrópolis y el lago de Casiopea en Corfú fueron vendidos a NCH Capital para construir allí alojamientos turísticos. También se traduce en los llamados “elefantes blancos”; esto es, grandes proyectos inútiles construidos contra las necesidades de la población, incluso en un período de recesión de tanta amplitud: es el caso del proyecto de desvío del río Akheloos o de las inversiones necesarias para las energías renovables industriales. Pero los enormes regalos que ofrece el Gobierno griego al “mundo de la empresa” no sirven ni para crear empleo, ni para mejorar la situación de la población, ya que el paro alcanzó el 27% en 2012. En esta Grecia del siglo XXI, donde todo se malvende a cambio de nada, se ha acabado la vida tal y como la conocíamos. El país se ha convertido en un protectorado energético y la naturaleza se transforma en un nuevo espacio de inversión, un inmenso casino para las ganancias de unos capitalistas ávidos en seguir enriqueciéndose. Bienvenidos a este mundo donde esta diosa moderna, la deuda, exige sacrificar en su altar todo aquello que constituía la base de la sociedad humana.
Laboratorio también, y sobre todo, para poner a prueba a la población, para evaluar hasta dónde es posible ir sin que se rebele. A pesar de dos decenas de huelgas generales en tres años y de más de cinco mil manifestaciones y huelgas en 2012, ocupaciones y amplios movimientos de desobediencia civil, hoy podemos decir que es posible ir muy lejos, mucho más allá de lo que era posible imaginar. En términos de derechos sociales, la situación es relativamente conocida. Cada trabajador o trabajadora de Grecia ha perdido, como media, el 40% de su salario. Al mismo tiempo, debe hacer frente al aumento del coste de la vida (ligado al aumento de la presión fiscal, pero también a la dependencia de las importaciones y de algunos cártels -como el de la leche, una de las más caras de Europa-) y también a impuestos especiales, calificados desde hace tres años como “extraordinarios”. En muchos casos, esa misma población trabajadora ha perdido su trabajo y, poco más tarde, el subsidio de desempleo y la cobertura sanitaria. Entonces, puede acabar en la calle o emigrar; a veces, se ve empujado al suicidio. Desde luego, todavía hay gente en Grecia que pueden arreglárselas: pueden contar con sus ahorros –vestigios del crecimiento de los años 1990–, con los apartamentos que adquirieron durante el enorme éxodo rural de los años 1960 –ahora vacíos de inquilinos– o simplemente con la familia –lazo invisible que une la ciudad con el campo y permite todavía alimentarse. Pero hay algo de lo que se habla poco en los medios de comunicación europeos. En ese famoso laboratorio también se llevan a cabo otro tipo de experiencias. En parelelo a la destrucción social, el gobierno de la Troika ha adoptado sus disposiciones para explotar los recursos naturales. Evidentemente, lo hace por los medios clásicos: esto es, la disminución de los fondos destinados a la protección y la gestión del medio ambiente. Y también poniendo en cuestión las disposiciones legislativas y reglamentarias que, mal que bien, cerraban el paso a la sobreexplotación de los recursos naturales. Llega a cuestionar la Constitución griega, que impedía (entre otros artículos, en el 24) la explotación privada del litoral y de los espacios forestales; el Memorándum 2, votado en la primavera de 2012, concede esta posibilidad de aquí en adelante. Las playas, por ejemplo, se pueden ceder por 50 años. Estamos asistiendo ya, o lo haremos muy pronto, a una ola de privatizaciones, de concesiones, de ventas y, en general, de acaparamiento sin precedentes de recursos mineros, de tierras, de litoral, de mar, de bosques, de islas, de fuentes termales y grutas, de monumentos arqueológicos y de puertos, o de la gestión de los residuos y del agua. Como ejemplo, a finales de enero de 2013, la Acrópolis y el lago de Casiopea en Corfú fueron vendidos a NCH Capital para construir allí alojamientos turísticos. También se traduce en los llamados “elefantes blancos”; esto es, grandes proyectos inútiles construidos contra las necesidades de la población, incluso en un período de recesión de tanta amplitud: es el caso del proyecto de desvío del río Akheloos o de las inversiones necesarias para las energías renovables industriales. Pero los enormes regalos que ofrece el Gobierno griego al “mundo de la empresa” no sirven ni para crear empleo, ni para mejorar la situación de la población, ya que el paro alcanzó el 27% en 2012. En esta Grecia del siglo XXI, donde todo se malvende a cambio de nada, se ha acabado la vida tal y como la conocíamos. El país se ha convertido en un protectorado energético y la naturaleza se transforma en un nuevo espacio de inversión, un inmenso casino para las ganancias de unos capitalistas ávidos en seguir enriqueciéndose. Bienvenidos a este mundo donde esta diosa moderna, la deuda, exige sacrificar en su altar todo aquello que constituía la base de la sociedad humana.
Contretemps. Se habla de una nueva contaminación en las grandes ciudades griegas. ¿Nos lo puedes explicar?
En efecto, desde hace algunos meses una noticia ha conseguido romper
los muros del silencio europeo y ha llegado hasta los telediarios
franceses. Atenas y Tesalónica están cubiertas por una nube de
contaminación. Este nubarrón negro en el cielo de las grandes ciudades
griegas recuerda amargamente a los griegos el período glorioso del
crecimiento, cuando se construían estadios y carreteras inútiles para
acoger a los atletas del mundo entero y se cogía el coche para hacer las
compras en el ultramarinos del barrio. Ahora los franceses se han
enterado de que los griegos, demasiado pobres ya para poder calentarse
con fuel (sujeto a un impuesto específico sobre el consumo, su precio ha
subido nada menos que un 40% durante el año 2012), vuelven a la
calefacción de leña. Según los medios de comunicación griegos, cualquier
cosa sirve para quemar, incluso troncos de árboles cortados ilegalmente
en parquecillos o viejos muebles saturados de productos químicos para
su conservación. Esto demuestra que el decrecimiento forzado no es
necesariamente ecológico. La situación es ya muy preocupante, porque la
tasa de contaminación del cielo urbano supera regularmente el umbral de
peligrosidad defendido por los expertos. Pero nos enteramos también que
escuelas y universidades deben cerrar sus puertas porque no tienen
presupuesto para comprar fuel. Se oye decir que cada vez son más las
víctimas por incendios o por intoxicación por gas. Existen medidas
concretas para hacer frente a la nube química: prohibir de nuevo
circular con diesel por las ciudades, anular el impuesto especial sobre
el carburante de calefacción y desarrollar los medios de transporte
colectivos. Pero el gobierno y sus colaboradores de la Troika tienen
otros planes: por ejemplo, en un esfuerzo de saneamiento de los gastos
públicos como dicen, aunque en realidad con el fin de recaudar el máximo
de dinero –y sobre todo, no entre sus amigos ricos– aumentan aún más el
precio de los transportes colectivos. En un momento en que la población
ateniense ha dejado masivamente de coger el coche, el precio del
billete de metro sufre su enésimo aumento para alcanzar 1 euro con 75
céntimos. Su precio ha aumentado un 135% en cuatro años.
Contretemps. Ya que hablamos de los transportes, ¿cuál es
el impacto de los “planes de rescate”? Recordamos que el alza de los
peajes provocó un movimiento de rechazo del pago.
Existen enlaces marítimos con las islas, que estaban subvencionados,
cuya frecuencia ha disminuido fuertemente. Al aumentar el precio del
carburante, tambien los billetes de barco cuestan mucho más. Ya no se
puede ir al Pireo, comprar billetes a última hora o saltar a un barco
para ir a una isla de las Cícladas al azar. Pero esto es sólo un cambio
cultural al que tendrán que acostumbrarse los griegos. ¿Qué ocurrirá con
los habitantes de esas islas que ya no podrán ir a su prefectura, al
hospital o a la escuela? En Grecia, de forma brutal, hay que pagar todo.
Las autopistas vieron nacer en su seno el primer movimiento de
desobediencia civil llamado “yo no pago”, que promovía negarse a pagar
los peajes. Las y los usuarios no aceptaron el brusco y desmesurado
aumento del precio de los peajes en las autopistas construidas con sus
impuestos y cedidas graciosamente al “mundo de la empresa”. Los primeros
juicios por estos actos de resistencia tuvieron lugar a principios de
año. Esta represión tal vez haga olvidar a la gente usuaria que la red
viaria, que discurre en zonas muy dificiles entre montañas, está
completamente dejada al abandono, después de que decenas de miles de
funcionarios hayan sido pasados a excedencia.
Contretemps. En Francia ha llegado a nuestros oídos que el emir de Qatar ha comprado algunas islas. ¿Esto es una política más general?
En Grecia, los bosques, las tierras de pasto y el litoral son
públicos. Es un país sin historia feudal, donde las tierras no tienen
valor en sí, porque son muy poco productivas. Uno de los primeros
objetivos de la Troika ha sido privatizarlos para que los inversores
puedan “revalorizarlos”. Los bosques griegos sufren al mismo tiempo las
políticas de privatización, de desentendimiento del Estado y de
destrucción del medio ambiente. No sólo están sobreexplotados para
satisfacer la demanda creciente de leña para la calefacción, y de paso
para enriquecer a algunos intermediarios que se han situado en el
mercado, sino que cada vez están menos protegidos. Los responsables
políticos han hecho saltar cuidadosamente las legislaciones que
regulaban tanto la explotación de los bosques por medio de la
silvicultura como la posibilidad de construir. También han recortado los
presupuestos asignados a las agencias de gestión de las zonas
protegidas, atribuyendo la mayor parte de los fondos de la “caja verde” a
la devolución de la deuda. La “caja verde”, creada por vía legislativa
en 2010, está destinada a financiar programas, medidas y acciones para
favorecer el crecimiento por medio de la valorización y protección del
medio ambiente. Atiende a programas de lucha contra los incendios,
reforestaciones, zonas protegidas, protección del mar y zonas costeras,
mejora de los espacios urbanos. Alimentada por la venta del entorno
griego y por los impuestos especiales sobre el fuel, hasta llegar a un
total de 1,85 mil millones de euros, sirve prioritariamente para
reembolsar la deuda (el 95% de los fondos disponibles, según el
Memorándum 2). Desde la decisión del gobierno de noviembre de 2012, sólo
un 2,5% de sus recursos se destinan a financiar acciones a favor del
medio ambiente. Así se sacrifica a la naturaleza para pagar los
intereses de esta deuda que no ha dejado de crecer desde 2010, comienzo
de la experimentación llevada por la Troika (se ha pasado del 120% al
180% del PIB). También se ha modificado el plan de gestión del
territorio (¡en un país sin mapas forestales ni catastro, todo es
posible!) para permitir utilizar los espacios forestales y
semiforestales para el turismo de masas, para la producción energética
o, simple y llanamente, para construir casas. En ese sentido, una de las
primeras medidas adoptadas en 2011 (con el objetivo siempre proclamado
de pagar la deuda) fue legalizar las casas construidas sin permiso, tras
desembolsar una suma a tanto alzado. El plazo para hacerlo ya ha sido
prorrogado cuatro veces: ¡se puede construir cualquier cosa en cualquier
sitio, simplemente pagando una multa! Dentro de este mismo esfuerzo de
acaparamiento de los bienes comunes, la Troika proponía que el Estado
griego vendiera las islas con menos de 50 habitantes para rescatar
fondos. Aunque esta propuesta chocó a la opinión pública, algunas islas
deshabitadas ya están actualmente en venta por propietarios privados.
Pero pronto los inversores de todo el mundo van a poder repartirse las
playas, el litoral o los fondos marinos: basta con echar una ojeada a la
web de la “caja de desnacionalizaciones”, esa institución llamada
TAIPED y constituida para vender la propiedad del Estado griego (y a
toda prisa, según el FMI que propone sustituir a los pocos griegos que
la componían para poner expertos internacionales). Por ejemplo, si se
tiene suficiente dinero, se pueden comprar tierras en el sur de Rodas
(Prasonisi) en zona Natura 2000, para construir un golf, equipamientos
de deportes náuticos y hoteles para acoger a las hordas de turistas.
También, según la LPO (Liga de Protección de los Pájaros) griega, 40
islas estarían amenazadas de inclusión en la “caja de
desnacionalizaciones”, 24 de ellas clasificadas como Natura 2000: el
objetivo es construir complejos turísticos. Sabiendo que Grecia es un “hotspot”
de biodiversidad, que el litoral griego equivale a la cuarta parte de
las costas europeas, podemos comprender lo que nos espera. Quienes
tenían por costumbre aprovecharse del mar para sus vacaciones, para su
ocio, o para vivir, no tendrán ya más acceso a este espacio de manera
libre y gratuita. Estas privatizaciones tendrán efectos de larga
duración sobre el medio ambiente, porque las inversiones previstas no se
orientan a un desarrollo duradero conforme a las especificidades del
medio natural. Para permitir este tipo de inversiones, a comienzos de
enero de 2013 se votó una nueva ley, autorizando el cambio de uso de las
tierras y la instalación de complejos turísticos “all inclusive”,
con spa y golf. Estas enormes construcciones no estarán sometidas a
plan urbanístico, ya que serán legalizadas por medio de procedimientos “fast track”
[por la vía rápida]. ¿Qué beneficios tendrá para la sociedad local, o
para el medio ambiente, este desarrollo turístico de tipo colonial, que
en España sirvió para engendrar una burbuja inmobiliaria y para destruir
el litoral? Ninguno, se tratará una vez más de pagar los intereses de
la deuda y de enriquecer a los inversores. Por supuesto, el gobierno y
los inversores presentan a esta ola de acaparamientos como un desarrollo
duradero, uniendo protección del entorno e inversión económica. Nada de
eso. En realidad se trata de amplios planes de cuasi-cesión de tierras
públicas para las empresas.
Contretemps.¿Cómo se organiza la resistencia al programa de la Troika?
Els muy elocuente el ejemplo de la lucha en Elliniko y de la
preservación de toda la costa entre El Pireo y el cabo Sunión. El
antiguo aeropuerto de Elliniko se extiende al sur de la aglomeración
ateniense y bordea el mar. Este espacio de 650 hectáreas hace soñar a
los promotores inmobiliarios. Se imaginan ya los lujosos conjuntos
turísticos y los casinos que podrían construir para acoger a los nuevos
ricos de este mundo, sauditas y chinos, que visitan el país de Sócrates.
Desde los Juegos Olímpicos de 2004, a la espera de la “revalorización”
prometida por los distintos gobiernos, el espacio del antiguo aeropuerto
ha sido dejado al abandono: se pueden ver edificios vacíos y
deteriorados, así como clubs nocturnos ilegales construidos en la costa.
Durante mucho tiempo, los distintos gobiernos han barajado la creación
de un “parque verde metropolitano” que tanto se echa en falta en Atenas,
así como la construcción de viviendas y oficinas. Pero la crisis ha
desatado la codicia, y esta propiedad pública se encuentra ya en la
“caja de desnacionalizaciones”. Dispuesta a ser vendida por cuatro veces
menos que su precio, es decir por sólo cinco mil millones de euros.
Elliniko se convertirá por tanto en un inmenso parque de viviendas,
hoteles y casinos, con puertos privados y playas cerradas: el gobierno
griego ha abandonado definitivamente el proyecto de “parque
metropolitano”. Toda la zona costera está ya sometida al mismo tipo de
plan de privatizaciones y de inversiones. Se contempla incluso crear
islas artificiales para construir en ellas puertos deportivos donde
poder estacionar yates. La idea es hacer de la bahía de Saronikos, del
Pireo y del cabo Sunión, una nueva Riviera, un nuevo Mónaco. Según Panos
Totsikas, militante en la lucha de Elliniko, se trata de la
continuación de un desarrollo del tipo “Juegos Olímpicos”, que pretende
construir en todas las tierras (e incluso en el mar) que eran públicas.
La península de Asteras (municipio de Vouliagmeni, al sur de Atenas),
donde viven las familias más afortunadas de Grecia, también está en
venta. Las playas, públicas y privadas, un hotel de lujo, un templo
dedicado a Apolo, así como algunos islotes no habitados, serán
malvendidos por unos pocos millones de euros... Frente a este proceso,
se han alzado resistencias: los habitantes de Elliniko, tras haber
luchado para que su playa no fuera cedida a dudosos empresarios griegos,
ocupan ahora una parte del antiguo aeropuerto. Han plantado y cultivado
olivares (1150 árboles) y jardines. Elliniko se ha convertido en un
lugar de imitación para el movimiento social ateniense, donde se pueden
celebrar debates, acontecimientos artísticos, formación en técnicas
agronómicas e incluso ser atendidos, cuando no se tiene otra
posibilidad, en el dispensario de salud solidario y autogestionado que
se ha instalado en el mismo barrio. Las coaliciones progresistas de las
ciudades afectadas por la venta de la coste de Atenas también se
rebelan: de Moschato a Glyfada, Vouliagmeni o Anavyssos, estos proyectos
de “revalorización” no son aceptados por los vecinos.
Contretemps. ¿Hay otros sectores privatizados?
Por supuesto. Siempre con los mismos procedimientos “fast track”,
que permiten dejar a un lado al Parlamento y que se han multiplicado
para evitar cualquier debate democrático en tiempo de crisis, el
gobierno y estos aliados del FMI y de la UE preparan el terreno para
explotar el jugoso mercado de los residuos. Se han puesto en marcha
empresas mixtas público-privado, con el objetivo de multiplicar los
centros de soterramiento y de incineración en todas las regiones (afecta
a cuatro centros en Atenas, Tesalonica, Macedonia Oeste y el
Peloponeso). No sólo se trata de centros de tratamiento contrarios a las
recomendaciones de la Unión Europea (que promueve ante todo la
prevención), sino que se reducirá la participación financiera de los
agentes privados, ya que una parte de las “ayudas” asignadas por la UE a
Grecia irán a financiar estos proyectos. Para mejor servir a los
intereses de los inversores, había que suprimir cualquier gestión
racional (la famosa prevención, reciclaje, etc.) que pudiera oponerse a
sus planes de enriquecimiento. Para ello se ha apartado a los cargos
electos territoriales (y a fortiori a las poblaciones locales así
como los contra-proyectos de gestión de residuos), confiando esta tarea
a fantasmales instituciones regionales. Las empresas privadas (y los
responsables que se aprovecharán de ellas) podrán, por tanto,
enriquecerse, sobre las espaldas de los habitantes y en detrimento del
medio ambiente, de los suelos, de las aguas y de los lugares
arqueológicos, explotando vertederos e incineradoras. Una gestión de los
recursos por parte de empresas privadas significa búsqueda del máximo
beneficio. Más residuos significa más dinero, en detrimento de la salud,
del medio ambiente, del territorio y del patrimonio. Uno de los
combates más virulentos y radicales del último periodo tuvo lugar en el
bario de Keratea, en la aglomeración ateniense. Una verdadera guerrilla
enfrentó a los vecinos con las fuerzas especiales de policía. El
gobierno, superado por varios años de lucha encarnizada contra el
proyecto de incineradora, recurrió a las fuerzas de policía. Pero a
pesar de estas amenazas, los habitantes no cedieron. La lucha de Keratea
fue victoriosa: desde 2010 se abandonó el proyecto. Hoy día existe en
Grecia una coordinación de comités que se oponen a estos proyectos de
gestión de recursos y proponen una gestión descentralizada y cooperativa
(prosynat). Para recibir el “paquete de rescate” que sirve para
financiar las sociedades mixtas públicas-privadas en beneficio de la
gestión privada de los residuos, hay una condición expresa: privatizar
la gestión del agua. La venta de EYDAP, la compañía de aguas de
Tesalonica –y de los embalses hidroeléctricos–, no sólo significa perder
el control de un recurso natural de una gran importancia para el país.
Los créditos que EYDAP tiene concedidos al Estado y a los municipios son
mucho más elevados que su valor de mercado. Estas deudas que podrían
ser reclamadas por el nuevo propietario, así como el buen balance
financiero de EYDAP (5 millones de euros de beneficios en el primer
trimestre de 2012), confirman que se trata de una pura concesión
colonial que establece un monopolio natural para el comprador privado.
Esta escandalosa adquisición irá acompañada de un aumento de tarifas,
como ya lo dan a entender los medios de comunicación griegos. En fin,
planean las dudas respecto a la calidad de una red privada en un país
geográficamente difícil y en algunas partes muy árido, donde la gestión
del agua ha sido siempre una cuestión importante. Al igual que ocurre
con la gestión de los residuos, existe hoy en Grecia una iniciativa
contra la privatización del agua que propone modelos de gestión a nivel
local (Iniciativa 136 en Tesalónica), no lucrativa, gestionada por los
ciudadanos y con un control social. Los vecinos, organizados por
barrios, están dispuestos a comprar lotes de la privatización de EYATH.
Una vez más, y en contra de sus compromisos internacionales en materia
de derechos humanos o de preservación del medio ambiente, el gobierno
promueve y financia gigantescos trabajos de desvío de ríos (Akhellos en
Tesalia, Aoos en Epiro, y el proyecto de Arakthos abandonado desde hace
poco gracias a la movilización de la población) o embalses para afirmar
este modelo de utilización del agua orientado al despilfarro y la
privatización del recurso. Evidentemente, los inversores privados no
están interesado en una gestión ahorradora del agua, próxima a las
necesidades de la población y respetuosa con las condiciones naturales.
Contretemps. ¿Qué puedes contar del proyecto de lanzar a
Grecia al capitalismo verde y convertirlo en un gran productor de
energía renovable?
Al tiempo que cedía, por vía legislativa, la propiedad del antiguo
aeropuerto de Elliniko a la caja de desnacionalizaciones, el último
gobierno griego socialista (sic) inició el debate sobre el “Programa Sol”, que fue votado con el gobierno técnico en el poder (primavera 2013), por procedimientos “fast track”.
Una comisión compuesta por miembros de los gobiernos griego y alemán,
de la Comisión Europea, del Banco Central Europeo y un representante
comercial de una empresa de asesoramiento en inversiones financieras
(Guggenheim Capital) realiza actualmente el seguimiento de este plan. Es
un programa que liquida la propiedad del Estado (espacios forestales,
tierras agícolas cultivadas) para instalar en ella centrales
fotovoltaicas de dimensión industrial (utilizando probablemente una
tecnología alemana antigua que causa muchos problemas). ¿Cómo opera en
concreto? Las empresas alquilan hoy tierras a pequeños propietarios a
cambio de la correspondiente suma de dinero, para instalar en ellas
paneles solares. Pero en el marco del “programa sol”, el Estado
podrá expropiar estas tierras: se trata de un escándalo de gran
amplitud, una apropiación no asumida de las tierras agrícolas y de los
espacios forestales (pertenecientes a pequeños propietarios o públicos)
para cederlos a empresas privadas, a menudo alemanas. Otro aspecto del
escándalo es que estas instalaciones se harán con dinero prestado al
Estado griego por el Banco Central alemán y también con fondos
provenientes de los “planes de rescate” concedidos por la Unión Europea y
el FMI. Para que Grecia pueda tener un rendimiento suficiente de la
inversión, tendrá que producir cantidades enormes (10 GW suplementarios,
doblando prácticamente la producción nacional) que no servirán para
satisfacer las necesidades del país. Hará falta también unir la red con
la de Alemania, ya que el objetivo es aprovisionar a este país con
energía “verde”. El coste del proyecto es gigantesco: instalar el cable
submarino y realizar los trabajos de acondicionamiento necesarios
elevará la factura a varias decenas de miles de millones de euros. Y
además es muy difícil técnicamente, por las dificultades de transporte
de la electricidad. El objetivo no confesado por los inversores es
comprar esta “energía verde” dentro del mercado de emisiones de carbono a
un precio muy bajo, para redimir a Alemania de ser un país contaminante
y, además, recibir derechos de contaminación. Por su parte Grecia
aumentará muy probablemente su deuda con esta operación: basta para ello
con que el rendimiento de la inversión no sea suficiente, o que
técnicamente no se alcancen los objetivos. En todos los casos, los
inversores salen ganando, porque recibirán los intereses de la deuda
contratada por el gobierno griego, invertirán sin tener que pagar gran
cosa, poseerán tierras, podrán comprar de derechos de contaminación, y
eventualmente recuperar energía calificada como renovable. En algunos
casos, como en la ciudad de Sitanos, que he podido visitar, literalmente
rodeada de paneles fotovoltaicos, los habitantes admiten amargamente
que han sido engañados, porque una sola persona es empleada durante
media jornada por semana, las tierras han sido vendidas baratas (incluso
las que servían de pastos) y su territorio ha quedado destruido para
siempre. Los paneles fotovoltaicos en cuestión son antiguos y mal
mantenidos, lo que aumenta la probabilidad de vertidos tóxicos al suelo.
Además aumentan la temperatura del suelo hasta sesenta grados, en una
región ya de por sí muy árida. Este “pueblo eléctrico” formará parte del
“programa sol” cuando éste vea la luz.
Contretemps. El fotovoltaico industrial es un aspecto del problema. ¿Qué ocurre con las eólicas o las centrales hidroeléctricas?
El baile de las energías renovables industriales no se detiene ahí:
está también la eólica industrial (130 metros de altura equivale a un
rascacielos de 50 metros de diámetro en el suelo) combinado con la
fotovoltaica en un maravilloso mix energético. Colocadas en las
crestas de las montañas, estas instalaciones ocupan tierras públicas, en
gran parte cedidas casi gratuitamente a empresarios griegos o
extranjeros (EDF, por ejemplo, se prepara para entrar en el mercado).
Además, una red de carreteras deberá acompañar a estas instalaciones,
alterando en gran medida el paisaje de montaña. En el Magno en el
Peloponeso, en la Grecia continental, o en las islas del norte del mar
Egeo, estos proyectos suscitan fuerte oposición. En Limnos, Lesbos y
Chios, se prevén 28 parques eólicos, con 353 aerogeneradores para
producir 706 MW de energía con el fin de exportarla. En Icaria, están
programados 110 aerogeneradores, cuando para el consumo local bastaría
con 2. En Creta, una coordinadora de más de 200 asociaciones lucha
contra sus proyectos faraónicos: una queja firmada por varios miles de
personas y colectivos ha sido presentada al Consejo de Estado. Para
realizar los proyectos industriales en energías renovables que deberían
cubrir 8 veces las necesidades de la isla (millares de aerogeneradores,
hectáreas de paneles fotovoltaicos, centrales híbridas con depósitos de
millones de m3 de agua, fábricas heliotérmicas con torres de
150 m. de altura, con sus cables eléctricos y sus pilones, cables
submarinos para exportar esta electricidad...), hará falta cavar en
profundidad, nivelar montañas, desforestar, abrir carreteras, bombear en
la capas freáticas. El empleo creado es despreciable comparando con los
problemas que estos proyectos crearán a las actividades turísticas o
agrícolas que hoy hacen vivir a las regiones afectadas. El objetivo es
hacer de Grecia un país de producción energética de bajo coste,
calificada como “verde”. Pero la escala industrial de producción no es
compatible con la preservación de los espacios naturales, de los
paisajes y de la calidad de vida de las poblaciones locales. Otro
aspecto inquietante es la reciente reclasificación de las grandes
centrales de producción hidroeléctica (más de 15 GB) como fuentes de
energías renovables. Sabiendo que están en vías de privatización,
podemos imaginarnos que su suerte será también participar en el mercado
de emisiones de carbono. Los empresarios que las compren podrán
calificar esta producción energética también como renovable y vender
derechos de contaminación en otros lugares. Por supuesto, existen pistas
realmente alternativas para una producción energética “renovable” en
Grecia. La geotermia, insertada en un mix energético orientado a la
satisfacción de las necesidades locales, podría permitir a este país muy
sísmico y volcánico, producir 600 veces más energia que Islandia. Pero
este proyecto ha sido desarrollado por DEH (una EDF griega pública) que
pronto será malvendida también; no es sorprendente que estos proyectos
pasen desapercibidos. Con una producción de pequeña escala, y planes de
reducción del consumo, Grecia podría alcanzar la soberanía energética.
Contretemps. ¿Sólo se pretende energía verde? ¿Qué ocurre con la explotación de los recursos mineros?
Para acabar este relato de pesadilla, hay que recordar que la
actualidad griega en este comienzo de 2013 viene marcada por un
virulento debate sobre la explotación de los recursos mineros. Muy
recientemente, se hacía creer que los problemas del país se resolverían
gracias a los yacimientos de petróleo que se encuentran en el mar Egeo,
Jónico o Libio. Esto es muy discutible. A fin de cuentas, muy pocos
fondos van a llegar a las cajas de este país que no tiene código minero
(lo que permitiría defender los intereses del país frente a las empresas
que explotarían sus yacimientos). Además, aunque resultasen
interesantes, harían falta varios años (o varias decenas de años) antes
de que se sientan las repercusiones ecónomicas (a falta de código
minero, sólo el 10% del total de beneficios irían al Estado griego). En
todo caso, su explotación es cuestionable por el impacto sobre el
entorno, sobre la sociedad local y sobre las actividades económicas
actuales. ¿Es pertinente arriesgarse a grandes contaminaciones en un
archipiélago que vive del turismo o de la pesca y que constituye un
entorno destacable? De igual manera, han surgido importantes movimientos
en distintos lugares del norte de Grecia (en Skouries en la Calcídica,
en Evros, en el Rhodopos o en Kilkis) que luchan contra las minas de oro
que se han instalado en valiosos bosques desde el punto de vista
ambiental, económico y también patrimonial. Por una pequeña ganancia en
términos de empleo, se hacen estragos en el medio ambiente
(contaminación del agua por metales pesados y azufre) o en la
apicultura, la silvicultura, la pesca, la ganadería y también para el
turismo. En Skouries (Ierissos), cerca del famoso Monte Athos, la
población organiza regularmente manifestaciones de varios miles de
personas en el bosque y en la ciudad. Los dos socios, Eldorado Gold
(sociedad canadiense) y Hellenic Gold (empresa griega) están protegidos
por cuerpos especiales de policías que no dudan en golpear y detener a
la población que lucha, ni en lanzar bombas lacrimógenas en los bosques,
originando fuego y, recientemente, en escuelas. El cálculo es sencillo:
el Estado griego ha vendido las minas por 11 millones de euros, después
ha concedido una subvención de 15,3 millones a esta empresa privada que
vale 2,3 mil millones de euros. El valor de los yacimientos asciende a
15,5 mil millones. Los permisos son dudosos, las minas cedidas por tan
poco, y la ganancia de estas esperanzas doradas para la población es
nula. Una vez más, ¿quiénes son estos inversores camuflados para tener
que liquidar las tierras, el patrimonio, los comunales, y la naturaleza,
que pertenecen a la población, usando todos los medios para ello?
Contretemps. ¿Algunas palabras como conclusión?
¿Va a continuar la danza macabra sobre el medio ambiente griego? Esta
es la cuestión que se plantean los ecologistas griegos, la izquierda y
los movimientos ciudadanos. Las empresas que codician los recursos del
país intentan imponerse (empleando cada vez más la fuerza) con la ayuda
de la Troica griega e internacional. Por citar tan sólo a algunas: EDF,
Iberdrola, Eldorado Gold, Gazprom, Suez o Siemens hacen todo lo posible
para poder continuar sacando ganancias sobre las espaldas de la
población y sobre el medio ambiente. Desean emplear “esclavos modernos”
por 300 euros al mes en hoteles “all inclusive” para muy ricos, rascar cualquier recurso energético o hídrico, poseer las tierras públicas y ocupar in fine
un lugar estratégico en el Mediterráneo. Sueñan con un nuevo
colonialismo energético e inmobiliario del siglo XXI. ¡Pero sin tener en
cuanta a los grandes movimientos que se desarrollan por todo el
territorio!
16/04/2013
http://www.contretemps.eu/interviews/aust%C3%A9rit%C3%A9-destruction-nature-lexemple-grec-entretien-roxanne-mitralias
Traducción: VIENTO SUR
http://vientosur.info/spip.php?article7938